Confía en tu instinto: la capacidad para criar y educar a tus peques te viene de serie
Que nadie te haga creer que no puedes, que no eres suficiente, que necesitas consejo y orientación para absolutamente todo. La responsabilidad de criar a tus peques es tuya y solamente tuya.
Hace unos años, en plena rabieta, una de campeonato (no me acuerdo con cuál de mis peques), alguien me dijo con la mejor de sus sonrisas:
—Tendrías que leer este libro de crianza, seguro que te ayuda.
Y mira, yo respeto mucho los libros. Tengo la casa llena. Pero en aquel momento, lo que me salió de dentro fue un pensamiento que hoy te comparto sin filtros:
—¿Y si, en vez de leer otro libro, pruebo a escuchar lo que me está pidiendo mi peque?
Porque, aunque no lo parezca, el instinto de crianza viene de serie. No hace falta que venga nadie a instalarte la última actualización.
Y eso por no hablar de que, entre que me leía o no el libro, tenía un problema que resolver.
No sé en qué momento nos convencieron de que no sabemos hacerlo. De que para educar necesitamos un manual, una checklist, influencers a tutiplén que nos digan lo que toca.
Como si las criaturas vinieran con un código QR pegado en la espalda que hubiera que escanear para saber cómo funcionan.
Lo cierto es que no hay receta mágica.
Y, ojo, que esto te lo dice alguien que lleva años leyendo, estudiando, investigando y creando contenidos educativos.
Pero, por más que haya leído sobre teorías, pedagogías y métodos milagrosos, la verdad verdadera es que la mejor brújula que he tenido para criar y educar ha sido siempre el instinto. El mío, no el de nadie más.
Ese que te hace mirar a tu peque y saber, sin que nadie te lo diga, que necesita un abrazo antes que un castigo.
Que lo que hay detrás es cansancio, no mala intención.
Que no es que te quiera desafiar, sino que ya no puede más.
Que lo que de verdad pide no es que le expliques las reglas, sino que le mires y le escuches.
No te digo que no busques información. Ni que no te inspires, ni que no aprendas. Pero no dejes que el ruido de fuera apague lo que ya sabes.
Porque nadie conoce a tus peques mejor que tú.
Nadie.
Y, si te dejas llevar por la corriente de consejos, gurús y voces expertas (o que dicen que lo son, vete tú a saber) que te dicen cómo tienes que hacerlo todo, corres el riesgo de olvidarte de quién eres en el intento. De cuáles son tus valores y tus objetivos.
Lo cierto es que educar, igual que criar, es un proceso creativo. Y como toda creación, empieza por confiar en que tienes dentro lo que hace falta.
Así que hoy quiero regalarte un recordatorio sencillo, para que lo tengas a mano cuando te entre la duda o alguien te venga con el último manual o canal infalible:
No necesitas hacerlo perfecto.
No necesitas que nadie valide tus decisiones.
No necesitas más manuales ni seguir a más influencers que te digan qué hacer.
Lo que sí necesitas es escucharte, observar y confiar. Definir tu propio criterio. Porque la capacidad para educar y criar, como ya te he dicho, te viene de serie.
Y si alguna vez te falla el instinto (que, ojo, puede ocurrir), no pasa nada. Como en las buenas historias, siempre puedes corregir el rumbo y seguir escribiendo para darle otra oportunidad a la trama.
Educar es un cuento que nunca acaba. Y tú eres quien lo escribe.
¿Qué huella quieres que siga viva cuando cierres el libro por hoy?
Con cariño,
Eva María
Lo que necesitaba leer hoy.
Gracias por encontrar las palabras justas.