El poder de los “¿y si…?” para estimular la creatividad
¿Y si el mejor juego del mundo costara cero euros y solo necesitara una pregunta? No exagero: ese juego existe. Y suele empezar por dos palabras mágicas: ¿y si…?
A veces no hace falta más. Dos palabras, y zas: la puerta de la imaginación se abre como una ventana en plena tormenta de ideas.
Y lo mejor es que es contagioso.
Porque cuando una criatura descubre que puede inventar mundos, ya no hay vuelta atrás.
Y es que hay muchas formas de fomentar la creatividad, pero pocas tan potentes como el pensamiento divergente.
¿Y eso qué es?
Pues, básicamente, entrenar la cabeza para buscar muchas respuestas posibles a una misma pregunta.
¿Y qué mejor forma de hacerlo que con un buen “¿y si…”?
¿Y si los árboles pudieran hablar?
¿Y si vivieras en una casa con patas?
¿Y si cada vez que bostezas, alguien en otro lugar se duerme?
¿Y si la abuela fuera una motocicleta?
Este tipo de preguntas no buscan una respuesta “correcta”. Buscan despertar conexiones nuevas, ideas locas, risas inesperadas y alguna que otra revelación.
El problema es que trabajar o entrenar el pensamiento divergente es muy complicado tiene “su cosa”. En realidad, es bastante fácil, si le echas imaginación.
Aquí van algunos juegos que uso mucho y funcionan:
1. Cadena de “y si’s”
Empieza una historia con un “¿y si…?”. Cada persona tiene que continuarla con otro “¿y si…?” más.
Se pueden poner reglas absurdas: que rime, que incluya animales, que pase bajo el mar…
Lo mejor es que las reglas no te las tienes que inventar tú. ¡Que se las invente cualquiera que juegue!
2. Dibujos con giro
Pide que hagan un dibujo cualquiera, y luego pregunta cosas como: “¿y si eso que has dibujado pudiera hablar?” o “¿y si fuera parte de una misión secreta?”
Aquí puedes proponer las normas que quieras, tanto al hacer los dibujos como al plantear los “y si’s”.
3. Cuentos al revés
Contad un cuento clásico o popular y cambiad algo con un “¿y si…?”. Por ejemplo: “¿y si Caperucita fuera la que da miedo?” o “¿y si el lobo fuera vegano?”
Aquí también podéis ir inventando normas y “obligar” a que las soluciones sean de un determinado tipo o “prohibir” ciertas cosas.
Por cierto, hay pocas cosas que despierten tanto la imaginación como la prohibición. Ahí lo dejo.
4. Diario de preguntas raras
Cada día, escribid o compartid un “¿y si…?” nuevo. Como quien riega una planta. Puedes pegar los papeles en una pared y ver cómo crece la colección.
A ver, que tampoco hace falta escribirlo, lo puedes plantear como un juego a la hora de comer, o durante un viaje en coche. Pero si lo escribes y lo dejas visible (ponle algún dibujo si tus peques aún no saben leer) vas a provocar que su imaginación vuele en cuanto lo vean.
En cualquier caso, lo importante no es que inventen obras maestras. Es que se acostumbren a pensar sin miedo a equivocarse.
¿Y si empezaras hoy mismo a jugar a este juego?
Con cariño,
Eva María
PD: Para contactar conmigo:
Responde al email en el que recibes esta newsletter.
Envíame un email directo.
Escríbeme un mensaje a través de LinkedIn.
¿ Y si hoy fuera un magnífico día?
Me gusta este post🫂