Qué pasa con la creatividad en la infancia: ¿no estaremos apagando su chispa?
La creatividad es una de las primeras habilidades en aparecer en la infancia, pero también una de las primeras en salir por la puerta cuando crecen. ¿No estaremos haciendo algo para que esto ocurra?
En la infancia, la creatividad parece infinita. Nuestras criaturitas inventan historias sin parar, encuentran formas nuevas de jugar con objetos cotidianos y hacen preguntas que dejan a las personas adultas sin palabras.
Todo es cuento, todo es juego, todo es “preguntable”.
Pero con el tiempo, esa chispa empieza a apagarse.
La cuestión es: ¿por qué?
¿Qué estamos haciendo, en casa y en la escuela, que convierte a gentecilla llena de imaginación en personas adultas convencidas de que no son creativas?
¿En qué momento pasamos de tener peques que imaginan todo el día a adolescentes y jóvenes que creen que la creatividad no cosa suya?
¿Qué pasa por el camino?
En los primeros años de vida, todo es un experimento. Probamos, jugamos, exploramos. Pero, a medida que crecemos, empezamos a experimentar la corrección constante.
Pasamos de vivir en un laboratorio sin normas, donde todo vale, a estar en entornos en los que nada se toca, y las cosas son como son (y punto).
"Las nubes no son verdes".
"Eso no es un dibujo de una casa".
"Las jirafas no pueden volar".
Lo que comienza como un intento bienintencionado de enseñarnos "la realidad", muchas veces acaba limitando nuestra capacidad de imaginar y crear. Queriendo o sin querer, nos enseñan que hay una sola forma correcta de hacer las cosas y que desviarse de ella no está bien.
Y eso es lo mismo que luego hacemos con las generaciones que vienen detrás.
Y lo hacemos con la mejor intención, claro. Queremos que aprendan. Pero lo que aprenden, muchas veces, es que hay una sola forma correcta de hacer las cosas. Y que lo demás, está mal.
Otra razón por la que la creatividad disminuye con el paso de los años es la falta de tiempo libre y desestructurado.
Por si no ha quedado claro: llenar todo el tipo de tu peque con cosas que hacer es una forma perfecta de apagar su creatividad.
Que sí, que esas agendas infantiles llenas hasta los topes de actividades dirigidas, que dejan poco tiempo para aburrirse y para jugar, no son el regalo que mucha gente piensa que es.
Sin juego libre, la creatividad no respira. No florece. No abre las alas.
Pero no todo está perdido. Hay muchas formas en las que podemos asegurarnos de que la chispa creativa siga encendida:
Deja a tus peques experimentar sin corregir cada detalle. Lo importante no es que hagan un dibujo "correcto", sino que disfruten el proceso.
Permíteles tener tiempo sin tareas programadas, libre para hacer lo que quieran. Tiempo para inventar, para dar soluciones a sus propios juegos, sin adultos dirigiendo el cotarro. ¿Que se aburren? No te preocupes, se les pasará.
¿Quieres juega con tu peque? Prueba a contar historias o a proponerle que te las cuenta, a cambiar los finales de los cuentos, a imaginar qué pasaría si… Y dale la oportunidad de que dirija el juego, que lo lleve por donde quiera.
Atrévete tú, como persona adulta, a explorar ideas nuevas sin miedo al error, para que las criaturitas que tienes alrededor vean que la creatividad no es algo que se pierde con la edad. Que mola.
La creatividad no es un lujo, no es un extra. Es supervivencia emocional y mental. Es futuro.
Si queremos criaturas que piensen por sí mismas, que se atrevan a inventar y a buscar caminos nuevos, hay que dejarles el terreno libre para que lo hagan.
Que no te dé miedo si lo hacen a su manera, con sus tiempos y sus locuras. Ahí es donde vive la magia. Porque la magia, cuando se cuida, no solo brilla: contagia.
Con cariño,
Eva María
La misma sociedad, las redes, el vértigo moderno la está apagando